El año pasado iniciamos una serie de artículos sobre el tema “Producir mejor, producir útil, producir menos”.
Puedes encontrar el enlace al primer artículo “Producir mejor” aquí, pero a continuación tienes un pequeño resumen:
Ante la emergencia climática y social que se cierne sobre nosotros, las empresas y los fabricantes no debemos permanecer indiferentes. No podemos seguir con el modelo “business as usual”, en el que las empresas sólo se preocupan por su rentabilidad, sin tener en cuenta su utilidad e impacto.
Como fabricantes de productos, debemos plantearnos tres preguntas esenciales:
- Producir mejor: el tema del artículo anterior.
- Producir útil: el tema de este artículo
- Producir menos: tema de un próximo artículo, en el que hablaremos de nuestra estrategia futura en torno a la economía circular, la economía de la funcionalidad y la cooperación.
¿Qué significa producir útil?
En primer lugar, una puntualización. Quienes nos conocen lo saben muy bien, pero es importante reiterarlo aquí.
No pretendemos dar lecciones ni decir que hacemos las cosas mejor que los demás. Intentamos, a nuestro nivel y con toda humildad, aportar nuestra contribución gracias a nuestro saber hacer, fijándonos siempre los objetivos más exigentes para participar en la transición ecológica y social.
Seguimos un proceso de mejora continua, y de ningún modo nos consideramos irreprochables.
1. ¡Producir útil entonces!
En el marco de nuestra transformación en Sociedad Benefit (a través de nuestra empresa matriz, Altyor), tenemos un objetivo estatutario denominado “Contribución”.
Este objetivo plantea la cuestión bastante subjetiva de la “utilidad”.
¿Para qué sirve mi producto? ¿Es útil desde el punto de vista social y/o medioambiental? ¿Resuelve un problema? ¿Contribuye a la transición ecológica?
En este artículo, me gustaría profundizar en uno de nuestros productos estrella para esta temporada de invierno, nuestro actuador de calefacción (ON/OFF o Hilo Piloto).
Su funcionamiento es muy sencillo: con él se puede controlar a distancia y de forma inteligente cualquier tipo de calefacción eléctrica.
Por lo tanto, ¿es útil o no?
Como vimos en el primer artículo sobre el tema “Producir mejor”, cualquiera que sea el producto, y en particular los productos electrónicos, llegan al mercado con una especie de “deuda” ecológica.
En efecto, para fabricarlo, ha sido necesario extraer materiales, gastar energía, utilizar combustibles fósiles, etc.
Además, como este actuador térmico consume energía para funcionar, sigue teniendo un impacto “negativo” cada segundo que se utiliza. A continuación se muestra un extracto del ACV (Análisis del Ciclo de Vida) de este actuador, para ver el impacto de las distintas fases (Fabricación, Utilización, etc.) en diferentes indicadores medioambientales.
2. Entonces, ¿para qué sirve este producto?
Dicho esto, volvamos a la utilidad de este producto.
Como ya hemos dicho, sirve para controlar a distancia y de forma inteligente todo tipo de calefacción eléctrica.
Los escépticos dirán que esto significa que puedes subir la temperatura de tu salón sin levantarte del sofá… ¡Pues no!
La gran ventaja de este producto es que puede controlar meticulosamente cada radiador, en función de una serie de criterios: la temperatura ambiente, la presencia o no de un usuario, la apertura inesperada de una ventana, etc.
¿Para qué sirve? Para calentar las habitaciones en el momento adecuado, garantizar el confort de los usuarios, pero también y sobre todo para evitar derroches. La principal consigna de este producto es ofrecer una solución eficiente desde el punto de vista energético.
Los estudios demuestran que la instalación de un dispositivo de este tipo en un piso, una casa o incluso una oficina puede reducir la factura de la luz (y por tanto el consumo) en una media del 15 al 30%.
3. ¡Echemos cuentas!
De acuerdo, tenemos un producto que supone una deuda ecológica, que consume energía para funcionar, PERO que ahorra energía.
Finalmente, ¿es una ventaja o una pérdida? ¿Es mejor con o sin el producto? ¿Mi producto es “útil”?
La mejor manera de averiguarlo es echar cuentas.
(¡Muchas gracias a Bastien Spinella, Youen Le Gac y Aurelien BLAISE por su duro trabajo!)
He aquí nuestros supuestos:
- Casa de 100 m2, 5 habitaciones, calefacción eléctrica en todas ellas, es decir, un consumo eléctrico de unos 9.360 kWh/año.
- Instalación de un sistema de control inteligente de la calefacción, basado en 5 actuadores NodOn + 1 pasarela.
- Se tiene en cuenta la media nacional francesa de ahorro energético conseguido mediante soluciones domóticas, es decir, un 18%.
Los cálculos:
- Los supuestos anteriores son los siguientes: con nuestro sistema y durante una vida útil de 10 años, podemos ahorrar hasta 9.360Wh en 10 años 18% = 16.848 kWh en una casa de 100m2. Esto representa 1,8 años de consumo para nuestra casa, pero también 110.000 km en un vehículo eléctrico, o la energía producida por 50m2 de paneles solares en el sur de Francia durante 1 año.
- El ACV de nuestro actuador de calefacción y los datos de ADEME sobre las pasarelas nos dan un impacto de CO2e de 25,9 kg para los 5 actuadores y de 193,17 kg para la pasarela. Es decir, un total de 219 kg de CO2e.
Los resultados:
Bueno, nos empieza a doler la cabeza, ¡así que sigamos con los resultados!
- Mi huella de carbono: 219 kg de CO2e, suponiendo una vida útil de 10 años para mi sistema.
- Mi ahorro: 16 MWh en 10 años, es decir, 1.130 kg de CO2e (suponiendo un factor de potencia medio en Francia).
Por tanto, podemos cuantificar las emisiones evitadas por nuestro sistema en 911 kg de CO2e/sistema, durante un periodo de 10 años.
No obstante, estos resultados deben tomarse con precaución, ya que TAMBIÉN podemos imaginar que a lo largo de 10 años la eficacia de los radiadores eléctricos aumentará, por lo que el ahorro del 18% bien podría disminuir.
Más allá de las cifras, la idea aquí es mostrar que la cuestión de “Producir útil” es esencial cada vez que se lanza un producto al mercado.
Ahora podemos llevar el estudio todavía más lejos, examinando TODOS los indicadores, no sólo el calentamiento global. Haciendo algunas suposiciones que nos parecen realistas, he aquí los resultados:
Se observa que, para la gran mayoría de los indicadores, las etapas de fabricación y utilización del producto se ven compensadas por su utilidad una vez en el mercado (ahorro de energía).
El mismo factor*4 se aplica al indicador de calentamiento global, expresado anteriormente en CO2e.
4. Conclusión
Como podemos ver en estos cálculos, este producto para el control de la calefacción eléctrica, si se utiliza correctamente, permite un importante ahorro de energía y, por tanto, un beneficio medioambiental.
Sin embargo, si observamos más detenidamente el gráfico anterior, veremos que una gran mayoría de los indicadores están en “verde”, pero no todos.
El indicador de recursos materiales y minerales sigue en rojo. Cuantos más productos nuevos producimos, más presión ejercemos sobre nuestro planeta, independientemente de los beneficios energéticos que se deriven.
Este punto esencial es un componente crucial de nuestra transición energética. No debemos sustituir una catástrofe (el cambio climático) por otra (el agotamiento de los recursos del planeta).
Esto nos lleva al tercer y último artículo de esta serie -Producir menos-, porque es esencial cuestionar nuestros modelos económicos y, en última instancia, producir menos para reducir la presión sobre nuestros ecosistemas.
Pero me detendré aquí por el momento.
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